Santander 2.06.24 Mañana de domingo.
Este paseo de acercamiento
histórico y arquitectónico por el “viejo” Santander, nace como preámbulo a la
exposición colectiva; 𝐑𝐄𝐅𝐋𝐄𝐉𝐎𝐒 𝐂𝐀𝐏𝐓𝐔𝐑𝐀𝐃𝐎𝐒. 𝐌𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐲 𝐠𝐚𝐥𝐞𝐫𝐢́𝐚𝐬. "𝐋𝐮𝐳 𝐲 𝐜𝐨𝐛𝐢𝐣𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐟𝐚𝐜𝐡𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐒𝐚𝐧𝐭𝐚𝐧𝐝𝐞𝐫".
Le convocó nuestra Asociación
para “poner en situación” a nuestros/as socios/as, y finalmente se abrió al
público. La expo se celebrará en el Centro Cultural Dr. Madrazo del 3 de
septiembre, al 24 de octubre, dentro de la programación de 𝐏𝐡𝐨𝐭𝐨𝐄𝐒𝐏𝐀𝐍̃𝐀 𝐒𝐚𝐧𝐭𝐚𝐧𝐝𝐞𝐫 𝐲 𝐂𝐚𝐧𝐭𝐚𝐛𝐫𝐢𝐚 𝟐𝟎𝟐𝟒.
En la ruta, contamos con la
presencia del arquitecto y urbanista, 𝐏𝐞𝐝𝐫𝐨 𝐅𝐞𝐫𝐧𝐚́𝐧𝐝𝐞𝐳 𝐋𝐚𝐬𝐭𝐫𝐚, y el historiador, 𝐉𝐞𝐬𝐮́𝐬 𝐀𝐥𝐥𝐞𝐧𝐝𝐞 𝐕𝐚𝐥𝐜𝐮𝐞𝐧𝐝𝐞, dos excepcionales guías que nos acompañaron con
la palabra todo el recorrido programado.
Este texto a modo de crónica
de la jornada nos lo ha enviado 𝐋𝐮𝐢𝐬 𝐏𝐫𝐢𝐞𝐭𝐨, coordinador de la ruta y comisario de la
exposición.
Paseamos por Santander según
lo previsto. Pedro y Jesús nos abrieron el paso con la palabra. Era cierto, el
callejeo se nos ofreció repleto de miradores y galerías, encajados por grácil
cristal radiante de luz. Reinó el sol en la ciudad.
Prestamos atención, y
aprovechamos para hacer algunos disparos. Las paradas eran placidas,
reconfortantes, y nos mostraron otros horizontes adema de los esperados.
Supimos los límites de la ciudad, de la cronología viejísima de sus retos
urbanos, los acertados y los desacertados. Imaginamos las murallas y la mar que
llenaba las calles de hoy.
Comenzamos en el revuelo
explosivo de 1893, y pisamos por encima de la raya del fuego del 41, entendimos
con claridad la devastación del “andaluz”. La inmersión para el conocimiento,
y/o para la expectativa de la foto fue rotunda, e innumerables tramos, plazas y
esquinas quedaron en la recamara, dispuestas.
¿Quedarse con algo?, difícil.
Quizá el recoveco de la calle Limón, como adelanto escondido a la musical “Alameda
primera”, bien surtida de esas piezas de cristal y madera, acompañadas por
algún finísimo apunte metálico: o el juego enfrentado de la bella cristalera
del mercado con el entorno de miradores en la plaza de la esperanza; o los
datos arquitectónicos e históricos irrefutables de la plaza del Príncipe y sus
luminosas delicadezas.
En el “ensanche” nos colmó la
coherencia, la monumentalidad humilde…todo así. Por Santander frente a su
edificado más exquisito, el de “mirar p´arriba”, la fachada con las cajas de
cristal adelantadas a ella. Terminamos bajo la galería de La Austriaca al lado
de La Mar de ahora, la imponente.
El placer fue mío, por los
guías, por la gente de “Rincones”, por los otros curiosos paseantes, por una
bien aprovechada mañana de domingo.
Luis Prieto.