El
pasado sábado 28 de octubre, la mañana despertaba ventosa. Algo hacía presagiar
que a lo largo del día la lluvia haría acto de presencia. El joven perro
ladraba en su caseta en un pequeño pueblo situado en la provincia de Burgos,
Arija, en la comarca de las Merindades, famoso por su actividad extractiva de
arena. Seguramente los ladridos le servían de reclamo para llamar la atención
de su amo y que le diese el desayuno, como era habitual. Él, con su viejo
bastón, recorría las tierras ribereñas al embalse del Ebro secas por la feroz
sequía que atraviesa la zona. Eso provocó en él sentimientos encontrados, pero
sobre todo recordó el próspero pasado de la región y el bullicio de sus
habitantes que poco a poco han ido desapareciendo.
A
90 km de allí, en el pueblo de Maliaño, comenzaron a llegar socios y amigos de
la Asociación Rincones de Cantabria al punto de encuentro programado, el
aparcamiento del Centro Cultural “La Vidriera”. Nos alegró ver allí nuevas
caras de personas que se habían animado a participar en esta actividad por
primera vez.
A
las 9:10 dio comienzo oficialmente el “FotoPaseuco” camino de tierras Burgalesas
y Campurrianas. Partimos en autobús después de unos abrazos, presentaciones y
saludos, una hora más tarde llegamos a nuestra primera parada, en el área de
servicio “La Vega”, en Matamorosa. En ella nos esperaban el resto de
“Fotopaseantes” junto con el guía oficial con el que siempre visitamos ese
territorio de Cantabria, nuestro amigo Luis Prieto. Él lleva varios años organizándonos
salidas por esos territorios de norte de Burgos, norte de Palencia y sur de
Cantabria, que tan bien conoce. Desde ese momento Luis tomó las riendas y nos
sirvió de cicerone durante toda la jornada.
Nuestra
siguiente parada fue Arija, donde el joven perro seguramente habría saciado su
apetito y nuestro vecino sentado en el banco de la plaza contemplaba alegre cómo
la ansiada lluvia empapaba la seca tierra.
Bajamos
del bus y nos acercamos al embarcadero. Allí nos esperaba Josu Aramberri, alcalde de Arija.
A la orilla del pantano nos habló sobre la historia del pueblo desde la
creación del pantano hasta la actualidad, con una notable muestra de
conocimientos y con la amabilidad que caracteriza a los habitantes de la zona.
Tras la charla pulsamos el botón de encendido de nuestras cámaras y comenzamos
a capturar el paisaje que nos ofrecían el embalse y sus viejos puentes. La
lluvia intermitente y el fuerte viento quisieron acompañarnos buena parte de la
mañana.
Tras
un buen rato en esa zona del pantano, volvimos a subir al autobús para
dirigirnos a la fábrica de Arenas de Arija que en la actualidad explota la
empresa Sibelco S.A. Allí nos esperaba
para enseñarnos las instalaciones, Rubén González, jefe de producción de la empresa en Arija. Tras
la charla sobre lo que íbamos a visitar, las oportunas indicaciones acerca de
la seguridad dentro de las instalaciones y la entrega de chalecos de alta
visibilidad, nos adentramos en la fábrica. Allí tuvimos oportunidad de conocer
el proceso de extracción y clasificación de la arena para su posterior
utilización, y pudimos realizar fotografías de las diferentes estancias y lugares
que visitamos.
Finalizada
la visita nos tomamos un pequeño descanso. Algunos lo aprovecharon para tomar
un refrigerio en uno de los bares abiertos de pueblo, mientras otros seguían
dándole al “click” de sus cámaras en la zona de la estación del tren de La
Robla.
Eran
las 13:00 cuando salimos en dirección al pueblo de las Rozas de Valdearroyo donde
parte de sus casas y campos quedaron anegados por el agua, tras la construcción
del pantano. Allí se eleva una superviviente sobre las aguas, la torre de la
antigua iglesia, conocida por algunos como “La Catedral de los peces”. Su
presencia nos recuerda que antaño era el faro del pueblo que, con el
redoble de sus campanas, acompañaba el quehacer diario de todos los vecinos del
pueblo y que ahora por la falta de lluvia quedaba totalmente visible a nuestros
ojos.
Cerca
de las 14:30h. partimos en dirección a Olea, donde se encuentra el restaurante
“La Cuchara de Camesa”. Allí, su cocinera María Álvarez nos tenía preparado un
delicioso menú compuesto por una ensalada otoñal, una suculenta olla
ferroviaria de patatas con carne de ternera y setas, y de postre, un helado de
lavanda con miel de brezo. Todo delicioso.
Ya
en la sobremesa Luis nos tenía preparada una sorpresa, un concurso de
fotografía, aprovechando que junto a nuestra mesa se encontraba comiendo un
grupo de amigos de la “Escuela de panderetas de Reinosa”. Mientras nos deleitaban
con varias piezas, algunos de nosotros intentamos sacar la mejor fotografía de
esos inesperados modelos para ganar el premio al mejor retrato. Fue un momento
muy especial en el que no faltaron los aplausos y risas de complicidad entre
los modelos y los fotógrafos.
A
continuación, nos dirigimos al pueblo de Orzales, situado en la parte norte del
embalse. Esta localidad es famosa por su pan elaborado en horno de leña que
lleva el nombre del pueblo, “pan de Orzales”. Allí nos esperaba la familia que
regenta la panadería “Hijos de Antonio Ruiz” y que sigue elaborando el pan como
lo hacía su padre hace 75 años. Ataviadas con el traje de campurrianas, nos
invitaron a entrar en su casa para enseñarnos el lugar donde se elabora el pan
y posar como modelos para nuestras cámaras. Después fuimos al exterior y
concluimos la vista con un posado de toda la familia con el pantano de fondo.
Sobre
las 19:00 regresamos al autobús que tomó dirección hacia el punto de partida
donde dimos por terminada la visita tras las habituales despedidas y con la
ilusión de volver a vernos.
Agradecerle
como siempre a Luis Prieto su implicación desinteresada con nuestra Asociación
a la hora de preparar estas siempre interesantes salidas. También darle las
gracias a Josu
Aramberri, alcalde de Arija, y a Rubén González de la empresa Sibelco S.A.
por su atención y explicaciones a todos los que participamos de las visitas.
Muchas gracias también a María Álvarez y a todo el equipo del restaurante “La Cuchara
del Camesa”, a la familia de Antonio Ruiz, por su paciencia y amabilidad y a
Eloy, conductor del autobús de la empresa A. Menocal, que nos “aguanto” toda la
jornada.
Ya,
por último, dar las gracias a los asistentes por su disposición, paciencia y el
distendido ambiente que ofrecieron todo el día, ¡no es fácil tanta armonía
cuando nos juntamos 32 fotógrafos!
GRACIAS,
OS ESPERAMOS EN EL SIGUIENTE.